Un brasileño más fue ejecutado por fusilamiento por el gobierno de Indonesia. Rodrigo Gularte, de 42 años, estaba encarcelado desde 2004 en Yakarta por transportar seis kilos de cocaína. Él fue condenado a muerte.
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En enero, Indonesia ha ejecutado a otro brasileño condenado por tráfico de drogas, lo que desató una crisis diplomática. El embajador en el país fue convocado por la presidenta Rousseff en aquel entonces, en un gesto de desagravio.
El Ministerio de Relaciones Exteriores consideró la ejecución, que ocurrió el martes, un hecho grave en la relación entre los dos países. La presidenta Dilma Rousseff ya había enviado carta al presidente indonesio, clamando para que la pena capital se revirtiera.
Para el gobierno, lo ocurrido aumenta la disposición de Brasil en defender la abolición de la pena de muerte en los organismos internacionales.
De acuerdo con el Ministerio, hay una preocupación del gobierno en conversar con Indonesia, para evitar que ese tipo de ejecución vuelva a ocurrir. Indonesia, que reanudó las ejecuciones en 2013, tras cinco años de moratoria, tiene 133 presos condenados a muerte.
